El meu país és tan petit

Tot esperant l’autobús per anar a la Seu es va atansar un noi, prou educat. “¿Es esta la parada de la Seu?”, em va demanar. “Pues sí, yo mismo voy para allí”, li vaig respondre. “Qué suerte, porque hace rato que pregunto y nadie me sabía decir  dónde estaba y mira que he preguntado a gente”, em  va confessar un xic desesperat. “Pues es raro que nadie lo sepa, pero claro, no todo el mundo va hacia la Seu”, va ser la meva resposta. “Es que he subido esta mañana, con un taxi, a ponerme la vacuna del Covid. Me han enviado des de la Seu dónde, a pesar de tenir cita, no tenían vacunas”, em va comentar. “Y gracias a una enfermera he podido hacerlo aquí. Si no me vacuno no puedo ir a Camerún, me lo piden en el aeropuerto. He subido esta mañana y, como tenía un poco de tiempo, me he ido hasta donde terminan las casas. Pero se acaban pronto. De hecho, solo hay montañas. Esto es muy pequeño”. “Bueno, es la capital”, li vaig respondre. “Sí, pero en un momento las cruzas. Más bien parece un barrio”, em va confessar amb certa decepció. “Para ser un país es muy poca cosa. ¡Pensaba que tendría una capital mucho más grande!”

“Y tú  ¿de dónde eres? ¿De Yaundé?”, li vaig demanar. “No, ¿conoces mi país?” “No, ¡qué va!”, vaig replicar. “Soy de Boya (Buea), que está al Oeste”, em va explicar. “¿Y no habías visto antes montañas como las de Andorra?”, vaig gosar demanar-li després de la declaració anterior. “Por supuesto”, em va respondre. “Cerca de casa hay montañas de hasta 4.000 metros”, tot fent referència al Mont Camerun. “O sea, que son más altas que las de aquí”, li vaig preguntar. “¡Sí!”, va ser la seva resposta. “¿Y tenéis mucha nieve?”, li vaig demanar amb tota la meva ignorància. “¡No, no hay nieve!” “Pero al menos debe hacer frío, imagino”. “No, no, solo hace un poco de frío cuando llueve, però no es como el de aquí. El de aquí me ha hecho sufrir mucho”, em va aclarir.  “¿Por qué? ¿Hace mucho tiempo que vives por aquí?”, li vaig demanar. “Hace ya diez años que estoy por aquí, y desde un tiempo trabajando en Puigerdà”, em va desvelar. “O sea,  la primera vez que viste nevar, ¿fue en Puigcerdà?”, no em vaig poder estar de preguntarli-. “Pues sí, però havia visto algo parecido en mi país, en una zona de las montañas a la que iba con mi padre de pequeño. Era como nieve más granulada. Pero no como la que cae aquí, que parece polvo”. “¿Y no te preguntan, en tu país, como es el frío y la nieve?”, li vaig demanar. “Sí, pero es muy difícil explicar. Aunque han visto la nieve por la televisión, no se hacen a la idea. Me cuesta explicarles que se puede coger con las manos, aun siendo muy fría, y que si la dejas en un cubo se puede convertir en hielo. Y tampoco se hacen a la idea del frío que hace aquí. A mí me está costando mucho acostumbrarme. Pero hay gente a la que le gusta...”